Ayer jueves, hemos acompañado a la familia González Domínguez en la celebración de una Eucaristía de acción de gracias por la vida de su madre/suegra/abuela/bisabuela… Paquita.

Esta mujer aparentemente frágil, pero que ha vivido 98 años de trabajo duro con ánimo, cordial, prudente, detallista, alegre, tierna… maestra, que se ha ido al cielo el día del libro (no puede ser casualidad), habiendo dado fruto, y fruto abundante (6 hijos, 21 nietos, 18 bisnietos).

Y se ha ido en plena octava de Pascua, para entrar con el Señor resucitado directamente, sin más preámbulos, porque su querido Román no podía esperar más para abrazarla. (¡Menudo debe haber sido el reencuentro!; con él y con su hijo Jesús, ¡qué abrazos!).

Si en el cielo se pueden emprender proyectos, ya estarán, los dos juntos, organizando una escuela para los niños que llegan allí sin saber leer, o enseñando a los más mayores que uno se mantiene mejor si hace ejercicio (nadar, por ejemplo)… No podrán quitar las sonrisas de sus caras; la sonrisa del que sabe que está con Dios, y que han cumplido una misión importante. Del que sabe que ha dado fruto abundante y que deja una herencia de buen ejemplo a una amplia descendencia. Precisamente leíamos en la primera lectura de hoy: “tu descendencia será la bendición de todos los pueblos de la Tierra”. (Tampoco debe ser casualidad).

La familia González Domínguez tiene desde hoy unos abuelos intercediendo por ellos ante el Señor; un lujo. Una pareja que ha hecho de su vida un salmo: “Señor, dueño nuestro…” (como rezábamos ayer tarde en su memoria.)

PAQUITA Y ROMÁN, ha sido un placer coincidir con vosotros en este mundo; y lo será más reencontraros en la casa del Señor.  Felicitamos por vuestras vidas a todos los miembros de vuestra gran familia. Contáis con nuestra oración y cariño.     

                                                                                                                                             CGCL.