El pasado 8 de abril, Domingo de Pascua, Su Santidad Benedicto XVI pronunció el tradicional mensaje URBI ET ORBE. El mensaje tuvo dos partes claramente diferenciadas. En la primera puso voz al grito de la Iglesia, que hace suya la exclamación jubilosa de María Magdalena ante el sepulcro vacío: ¡Ha resucitado verdaderamente! Este grito constata que si Jesús ha resucitado, entonces - y sólo entonces- ha ocurrido algo nuevo, que cambia la condición del hombre y del mundo. En la segunda parte recordó que la resurrección de Cristo es fuente inagotable de esperanza para las comunidades cristianas que más pruebas padecen a causa de la fe y para cada situación humana de sufrimiento e injusticia. Recordó, el Santo Padre, de manera explícita las situaciones de Siria, de Oriente Medio y del continente africano, en particular de los Grandes Lagos y del Cuerno de África.
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